¿Afecta el lenguaje a nuestra visión del mundo?
Aunque no hay una fecha específica para situar el nacimiento de la Hipótesis de Sapir-Whorf (o whorfianismo), se asocia fundamentalmente con las décadas de 1920 a 1940. Recibe su nombre de los lingüistas Edward Sapir, quien lo formuló originalmente, y Benjamin Lee Whorf, quien lo desarrolló aún más. La teoría afirma que la estructura de un idioma tiene un impacto indeleble en la visión del mundo de sus hablantes, así como en su cognición.
Una visión más cercana de la hipótesis de Sapir-Whorf
La relatividad lingüística, también conocida como la hipótesis mencionada anteriormente, sugiere que las personas que hablan diferentes idiomas comprenden y piensan sobre el mundo de manera diferente. Como es de esperar, esta teoría ha dado lugar a muchos debates y a las consiguientes investigaciones, ya que esencialmente desafía nuestra comprensión de la relación entre el pensamiento, el lenguaje y la cultura. Echemos un vistazo a cómo funciona.
Básicamente, si un idioma tiene innumerables palabras para el mismo concepto, los hablantes pueden notar y pensar en este concepto más que aquellos con menos términos.
Un ejemplo famoso de esto es que las lenguas inuit tienen múltiples palabras para varios tipos de nieve, como resultado del entorno en el que se desarrollaron las lenguas. Estas diferencias lingüísticas podrían permitir a sus hablantes observar y comprender mejor las sutiles diferencias en las condiciones de la nieve que aquellos que hablan idiomas con menos términos relacionados con la nieve. Esto tiene sentido si lo piensas: es una adaptación lingüística que se desarrolló en respuesta al entorno natural.
Otro ejemplo aún más intrincado es que algunos idiomas separan los tiempos presente y futuro, mientras que otros no. En las lenguas que no tienen esta distinción, el futuro parece más cercano y, por lo tanto, los hablantes se comportan de manera diferente. Ahorran más dinero, se jubilan con más ahorros, comen más sano y hacen más ejercicio. Algunos ejemplos de idiomas en los que el futuro y el presente no están separados son el alemán, el japonés y el neerlandés, y cada uno de estos países ocupa un lugar destacado en las métricas de salud financiera y física.
Por el contrario, los hablantes nativos de idiomas que hacen una clara distinción entre el presente y el futuro no ahorran tanto dinero, no piensan con anticipación en sus opciones de jubilación y prestan menos atención al bienestar en sus años más jóvenes. Tres ejemplos de estos idiomas y sus poblaciones correspondientes son: Castellano, francés y griego.
Estos son prime examples of linguistic relativity, or the Sapir-Whorf hypothesis.
Procesos cognitivos afectados por el lenguaje
Además de los ejemplos anteriores, la hipótesis de Sapir-Whorf se extiende también a procesos cognitivos más amplios. Sugiere que el lenguaje influye en la toma de decisiones, la memoria, la resolución de problemas y otros productos cognitivos. Por ejemplo, una amplia investigación ha demostrado que las personas bilingües pueden producir diferentes patrones de pensamiento dependiendo del idioma que estén utilizando en ese momento. Si consideramos el lenguaje como una lente para interpretar el mundo, esto tiene total sentido.
Esta fascinante flexibilidad cognitiva enfatiza cómo el lenguaje puede formar procesos de pensamiento y cambiar nuestro enfoque hacia diferentes situaciones, subrayando la conexión entre las estructuras lingüísticas y las funciones cognitivas.
El lenguaje no es un rasgo humano solitario
A la vista de la hipótesis de Sapir-Whorf, es evidente que el lenguaje es solo una parte del bagaje cultural que cada sociedad lleva consigo. Se une a la historia popular, el arte, la geografía, la gastronomía y otras características de cada grupo social. Como resultado, se podría argumentar que la forma en que las personas interpretan e interactúan con su entorno se ve afectada no solo por el lenguaje, sino por todas las características mencionadas anteriormente y muchas más.
Nos convertimos en lo que somos individual y colectivamente como parte de nuestros procesos de vida, dentro de nuestros tiempos y lugares específicos. Este contexto, sin duda, incluye nuestra lengua, ya que la lengua es quizás el aspecto más crucial de la identidad cultural y la interacción social.